Repensar el edificio para mejorar la salud de sus ocupantes

confort, protección, accesibilidad, Arquitectura Técnica

Pasamos gran parte de nuestro tiempo en espacios interiores: viviendas, oficinas, centros comerciales, gimnasios... Lugares con una función bien definida que, además, deberían proporcionarnos cierto grado de confort y protección frente al exterior, además de contribuir a mejorar nuestra salud física y mental.

Sin embargo, esto no sucede en un elevado porcentaje de los casos. En España, una de cada dos casas se construyó antes de 1980, obviando aspectos como el aislamiento térmico y/o acústico, la accesibilidad o la calidad del aire interior. Tanto es así, que en la actualidad el 45% del parque edificado presenta problemas de aislamiento térmico –en el caso de residencial hablamos del 50%–. Además, el 80% del mismo tiene deficiencias en cuanto a confort acústico, y el 58% de los hogares no disponen de una buena calidad del aire interior, registrándose concentraciones de CO2 de 800ppm –es decir, el 1% del aire que se inspira, ya ha sido respirado antes–.

Tampoco este parque edificado ofrece garantías en cuanto a accesibilidad. Tan solo el 0,6% de edificios de viviendas son universalmente accesibles.

Para paliar esta situación, es necesario cambiar la visión que tenemos sobre el edificio, preguntándonos qué aspectos debemos tener en cuenta a la hora de diseñar y construir un entorno edificado más saludable. Y no hablamos solo de obra nueva, también de rehabilitación.

Estos son algunos de esos factores:

  1. Confort higrotérmico. Se define como “la condición de la mente en la que se expresa la satisfacción con el ambiente térmico” (Norma UNE-EN ISO 7730:2006). En un espacio interior, este se alcanza cuando las condiciones físicas y fisiológicas, e incluso las psicológicas, son adecuadas para el usuario. El correcto aislamiento térmico de la vivienda contribuirá a lograr este grado de bienestar, proporcionando un entorno agradable sin variaciones térmicas. Además, al aislar también evitarán las innecesarias pérdidas de energía, reduciendo las emisiones de CO2 por el uso de sistemas de climatización y/o calefacción, lo que redundará en un espacio urbano más saludable, amable y ambientalmente respetuoso.
  2. Confort acústico. Algunas de las quejas más frecuentes por parte de los ciudadanos son las relacionadas con el ruido. Y no solo nos referimos al ruido exterior: también los sonidos habituales de un edificio pueden llegar a ser percibidos como molestos. Esta falta de confort acústico no solo repercute en la tranquilidad del usuario, sino que puede contribuir a la aparición de patologías relacionadas con la falta de sueño, el estrés, la depresión e, incluso, alguna dolencia cardíaca.
    El aislamiento térmico y la instalación de carpinterías (ventanas y puertas) de calidad, ayudarán a mejorar el descanso de las personas.
  3. Calidad del aire interior. Pasamos cerca del 90% de nuestro tiempo en el interior de los edificios y no somos conscientes de ello. Del mismo modo, tampoco prestamos atención a la calidad del aire que respiramos, asumiendo que este siempre estará más limpio que el del exterior. Sin embargo, este puede llegar a ser hasta cinco veces más nocivo.
    Por lo tanto, durante la fase de diseño habrá que fijarse en aspectos como la selección de los materiales o el control de los flujos de ventilación. Soluciones naturales, libres de compuestos volátiles, y el empleo de sistemas que garanticen la ausencia de patologías relacionadas con el agua y la humedad, causantes de un buen número de enfermedades respiratorias, son algunas de las estrategias óptimas a seguir.
  4. Orientación, iluminación. Menor gasto energético e impacto ambiental; mejor aprovechamiento de un recurso natural como es el sol; mejora del estado de ánimo, y una mayor productividad. Estas son algunas de las ventajas que un usuario percibe cuando su vivienda goza de una buena orientación y de una iluminación adecuada. A la hora de pensar un edificio es necesario tener presente qué utilidad se le va a dar, estableciendo unas pautas para su iluminación acordes a estos usos.
  5. Accesibilidad. Como hemos comentado anteriormente, el parque edificado en España presenta graves deficiencias en cuanto a accesibilidad y tan solo el 0,6% de los inmuebles garantizan el acceso universal.
    La instalación de rampas, zonas de paso señalizadas, ascensores, etc. no solo mejorar la movilidad de las personas, también contribuye a su independencia e integración en la sociedad, dotándolas de mayor autonomía y mejorando su autoestima.
    El edificio es, por lo tanto, una pieza clave a la hora de garantizar la salud de las personas. Y no solo de “puertas para adentro”; también a la hora de crear entornos urbanos más amables, conscientes y sociales, donde fomentar las relaciones, incrementando el bienestar de los ciudadanos. Los arquitectos y arquitectos técnicos juegan aquí un papel clave a la hora de repensar la manera de construir y de rehabilitar el espacio que habitamos, dando prioridad a los individuos.


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