La exposición de las personas a los campos electromagnéticos (CEM) se ha incrementado de forma exponencial en los últimos años: aumento del uso de dispositivos inalámbricos, mayor conectividad, uso de redes eléctricas, etc. También el diseño de nuestros edificios, el planteamiento urbano, así como el diseño de las instalaciones de electricidad y telecomunicaciones en los inmuebles que habitamos está impactando sobre los individuos... y no de manera inocua.
Los CEM tienen efectos sobre los seres vivos, independientemente de la intensidad del mismo. Se ha demostrado que cualquier organismo vivo puede sufrir alteraciones a nivel celular al verse expuesto a un campo electromagnético. Estos llamados “efectos biológico” no implican necesariamente un problema para la salud, como explica la OMS en su página web.
Sin embargo, es evidente que la preocupación a nivel social sobre la exposición a los campos electromagnéticos se ha incrementado en los últimos años.
Desde el sector de la Arquitectura y la Construcción se ha abordado esta cuestión, desarrollando una serie de recomendaciones básicas en cuanto al diseño o a las características de los materiales, que recogemos a continuación.
Campos electromagnéticos en el hogar
La fuente de los campos electromagnéticos en el hogar suele ser la corriente eléctrica. La existencia de numerosos equipos conectados a la red, y en funcionamiento, provocan la circulación de cargas. Los campos electromagnéticos se generan por este movimiento de las cargas eléctricas.
En la ciudad, las principales fuentes son los equipos eléctricos y electrónicos y las redes de distribución de suministro eléctrico (estaciones transformadoras, líneas de alta tensión, etc.). Mientras, en el interior de la vivienda los podemos encontrar en los enchufes, bobinas, aparatos eléctricos... Gestos tan cotidianos como poner a cargar el móvil en la mesilla de noche, exponen al individuo a los efectos del electromagnetismo.
La electricidad estática, carga eléctrica en el ambiente, también genera problemas de salud, como una mayor acumulación de polvo ( que puede provocar asmas, alergias, etc.), así como sensibilidad y reacciones en la piel. Es un elemento que aparece con frecuencia en inmuebles con el síndrome del edificio enfermo.
¿Cómo reducir la exposición a los CEM?
A través de un diseño responsable y consciente se puede reducir la exposición de los individuos a los campos electromagnéticos.
De esta manera, se recomienda:
- Ejecutar una toma de tierra que como mínimo siga la normativa de la guía BT-18 del REBT, garantizando una resistencia con el terreno inferior a 10 Ω.
- Distribuir los espacios de la vivienda de tal manera que las zonas donde se pasa más tiempo, como los dormitorios, queden alejadas de los cables y dispositivos eléctricos. Hay que prestar especial atención a la situación de las camas, evitando cables por detrás del cabecero, a ambos lados de la pared.
- La instalación del cuadro general de protecciones (CGP) debe realizarse en espiga, no en anillo, de manera que el trazado de los cables vayan en el mismo sentido.
- Usar materiales y/o sistemas que reduzcan la exposición a los campos electromagnéticos como cables apantallados, disruptores de red, además de materiales de blindaje de aleaciones cobalto-níquel como pinturas, mallas, fieltros, etc.
Además, los individuos deben:
- Alejarse de la fuente. No estar cerca de aparatos eléctricos (electrodomésticos) mientras están en funcionamiento.
- Reducir o evitar la intensidad de emisión, desconectando los aparatos eléctricos cuando no estén en uso
- Apostar por las conexiones por cable, frente a sistemas inalámbricos.
- Ventilar adecuadamente las viviendas para evitar la acumulación de iones negativos.
De esta manera, se mejorará la calidad y la salud en la vivienda, reduciendo la exposición a los campos electromagnéticos.